Futurismo
A principios del siglo XX, en
Italia, la vanguardia se da la mano con el primer movimiento totalitario de la
modernidad occidental.
El culto a la violencia; el
odio al mundo burgués; la fascinación por el acero y las máquinas; las
traumáticas experiencias de la 1° Guerra Mundial; el temor al fantasma del
comunismo y el deseo de conjurar la lucha de clases; la concepción organicista
de la sociedad como cuerpo unificado; el nacionalismo exacerbado; la alienación
y frustraciones propias de las sociedades de masas modernas capitalistas; el
hambre, la pobreza y la desocupación de la Europa de entreguerras.
Este caldo de cultivo
hizo posible que el movimiento futurista, liderado por Filippo Tomasso
Marinetti y el fascismo, creado y encabezado por Benitto Mussolini, congeniaran en el intento de construir un orden nuevo, basado en el autoritarismo,
el terror, el corporativismo, la adoración por un líder carismático y la unión total e
inexpugnable del pueblo en torno de los valores de la Patria.
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